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LA CALIGRAFÍA

 

“Las formas de los caracteres deben parecer descansar, caminar, volar, huir, regresar, dormir y despertar. Deben verse tristes o alegres. Deben ser como las estaciones. Deben picotear como las aves y devorar hojas como el gusano de seda. Deben ser afiladas como una hacha y raudas como un arco y su flecha. Deben ser como el agua o el fuego, la brisa y la nube, el sol y la luna: deben reflejar cada imagen del mundo. Sólo entonces pueden ser llamados Caligrafía.” Cai Yong

La caligrafía es el arte de escribir empleando bellos signos. Se tienen dos definiciones: por un lado, es el arte de escribir con letra artística y correctamente formada, según diferentes estilos; por otro, es el conjunto de rasgos que caracterizan la escritura de una persona o de un documento.

Una definición contemporánea de la práctica de la caligrafía es "el arte de dar forma a los signos de una manera expresiva, armoniosa y elegante" (Mediavilla 1996). La historia de la escritura es una historia de evoluciones estéticas enmarcadas por las habilidades técnicas, velocidad y limitaciones materiales de las diferentes personas, épocas y lugares. (Diringer 1968: 441).

La Caligrafía abarca desde creaciones completamente utilitarias hasta magníficas obras de arte donde la expresión abstracta puede (o no) sobreponerse in importancia a la legibilidad de las letras (Mediavilla 1996). La caligrafía clásica difiere de la tipografía y de la escritura ma nual no clásica, aunque un calígrafo puede ser capaz de crear todas ellas.

El término procede del griego kalligraphia / καλλιγραφία (escritura bella) y se aplica a los escritos realizados a tinta, aunque también puede referirse a inscripciones escritas en piedra o grabadas en metal.

 

La forma más antigua de caligrafía que se conoce es el jeroglífico, desarrollado por los egipcios en el III milenio a.C. Se suele decir que esta escritura, basada en dibujos, es una de las formas más atractivas de escribir que se hayan inventado. Los símbolos fonéticos (que representan los sonidos) y los símbolos ideográficos (que representan los conceptos) toman la forma de objetos, animales y personas. Se tallaban en monumentos y dentro de las tumbas, normalmente relacionados con la escultura en relieve. En los manuscritos de papiro, el jeroglífico solía ir agradablemente incorporado en las escenas a que hacía referencia.

 

 

                                                                             

 

El Libro de los muertos

Los jeroglíficos de los libros y relieves del antiguo Egipto suelen ser parte integral de la escena a la que aluden. Este detalle del Libro de los muertos (c. 1310 a.C.) muestra el momento del rito en el que se pesa el corazón de los difuntos antes de que les sea concedida la vida eterna

Durante siglos la caligrafía ha sido una forma de arte muy respetada en China y en Japón, equiparable a la pintura; de hecho, tanto el suave pincel y la tinta, como la luz y la técnica ligera, que se emplean en la pintura oriental, son los mismos que se utilizan para la caligrafía.

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                                                     Caligrafía japonesa

El arte de la caligrafía en China y Japón se equiparaba con el de la pintura y el dibujo, con los que solía combinarse, como muestra este manuscrito japonés. Los sellos rectangulares se hacían con tacos o taquetes de madera y tinta roja.

 

 

En los países islámicos la caligrafía alcanzó enorme importancia como elemento decorativo. La religión musulmana prohíbe la representación de seres vivos como motivos ornamentales, por eso aparecen muchos versículos o suras del Corán en las mezquitas y palacios, pues los fieles consideraban que la palabra de Dios merecía aparecer escrita con la más delicada filigrana. Se realizaron bellas copias del Corán en las que la elegante escritura árabe se embellecía además con iluminaciones. La escritura cúfica, cuadrada y angular, se utilizaba sobre todo en la decoración de edificios, formando a veces un friso continuo. Las paredes de las mezquitas se adornaban con versos del Corán tallados en piedra o realizados en mosaico. La escritura cúfica se encuentra también en metalistería, textiles y cerámica, y aparece esmaltada en las lámparas de las mezquitas y en otras vasijas de vidrio.  En el siglo XVIII la caligrafía persa entrelazó las capitales con figuras humanas.

 

El papel de la caligrafía ha sido siempre menos prominente en Occidente. El más bello ejemplo de caligrafía occidental se encuentra en los manuscritos miniados medievales. Los comerciantes, los escribientes públicos y los notarios, así como los escribientes papales y de otras cancillerías, utilizaban una caligrafía menos formal.

Al desaparecer las formas elegantes de letra, el concepto de caligrafía hubo de ampliarse hasta comprender cualquier clase de escritura a mano, estableciéndose, a lo sumo, la distinción entre  “buena” y “mala” caligrafía.

                                                                                         

Los evangelios de Lindisfarne

La caligrafía occidental alcanzó su apogeo en los manuscritos iluminados realizados por monjes. Esta página del evangeliario conocido como Los evangelios de Lindisfarne (c. 698-721, Museo Británico, Londres) muestra la cubierta del Evangelio según san Mateo.

  

Los manuscritos, a través de la historia, presentaron múltiples modalidades. En la Edad media ofrecieron las más bellas muestras de caligrafía los manuscritos miniados que se ejecutaban en los conventos;  los monjes trabajaban en departamentos especiales – scriptoria – dedicados al menester de la copia.  Las letras iniciales eran a veces tan intrincadas que ocupaban una página entera.

En el siglo XIII, con las universidades, se hacen más variados los estilos de escritura.  Durante la época renacentista era asombroso el número de “letras”.  Cada profesión – como la de notario o escribano – cultivaba su propio estilo con tal complejidad que desalentó a los falsificadores.

Al incrementarse el comercio se hizo necesario el empleo de una escritura rápida y legible, imponiéndose la simplificación de estilos.

 Entre los siglos XVI y XIX, se publicaron en Europa numerosos métodos caligráficos.

En el siglo XX, el británico Edward Johnston resucitó el interés por este arte y en 1906 se publicó Writing and Illumination and Lettering (Escritura e ilustración y rotulación), una de las obras de referencia más valoradas en este campo.

 

 

 

 

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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