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TIPOLOGÍA BIBLIOTECARIA

 

 

 

BIBLIOTECAS NACIONALES

BIBLIOTECAS UNIVERSITARIAS

BIBLIOTECAS ESCOLARES

BIBLIOTECAS PÚBLICAS

 

Las bibliotecas se pueden clasificar atendiendo a varios criterios (usuarios, acceso, ámbito geográfico, etc.). Las clasificaciones más utilizadas son las que proponen la UNESCO y la IFLA (International Federation of Library Associations):

Clasificación UNESCO

1.   Bibliotecas Nacionales: Las denominadas “bibliotecas nacionales” representan la cabecera del sistema de los estados. Están financiadas con fondos públicos y cumplen una doble finalidad: proporcionar material bibliográfico de investigación para cualquier disciplina, y conservar y difundir el patrimonio cultural (referente a información registrada a lo largo del tiempo) de cada país. En general, cada Estado tiene una biblioteca que es considerada “nacional” y cuyos objetivos son los antes reseñados.

2.   Bibliotecas universitarias: Son las bibliotecas de las facultades, escuelas y demás unidades académicas de las universidades y centros de enseñanza superior difieren de las bibliotecas de investigación. Están al servicio de sus estudiantes y tienen que apoyar los programas educativos y de investigación de las instituciones en que se encuentran integradas, de las que obtienen, por regla general, su financiación.

3.   Otras bibliotecas importantes no especializadas: De carácter científico y erudito, ni universitarias ni nacionales. Ej: Biblotecas regionales.

4.   Bibliotecas escolares:: estas complementan los programas de las instituciones a las que pertenecen, aunque también disponen de libros no académicos para fomentar el hábito de la lectura. Muchas cuentan con distintos medios audiovisuales y electrónicos. Su financiación procede de las instituciones escolares en las que están integradas.

5.   Bibliotecas especializadas: Las bibliotecas especializadas están diseñadas para responder a unas necesidades profesionales concretas. Por ello, suelen depender de empresas, sociedades, organizaciones e instituciones específicas, que proporcionan a sus empleados y clientes estos servicios durante su trabajo. La formación del personal de una biblioteca especializada incluye conocimientos tanto de la materia que cubren sus fondos como de biblioteconomía.

6.   Bibliotecas públicas: Las bibliotecas públicas pretenden responder a la amplia gama de necesidades que pueden demandar sus usuarios. Además de obras literarias clásicas, sus fondos pueden estar integrados por textos que proporcionan información sobre servicios sociales, obras de referencia, discos, películas y libros recreativos. Muchas de ellas patrocinan y organizan actos culturales complementarios, tales como conferencias, debates, representaciones teatrales, conciertos musicales, proyecciones cinematográficas y exposiciones artísticas. En este sentido, deben ser mencionados los servicios infantiles, sección característica de las bibliotecas públicas que promueve sesiones literarias, procura la existencia de una pequeña biblioteca infantil y, en ocasiones, hasta dispone de dependencias con juguetes. Dado que el objetivo de las bibliotecas públicas es satisfacer las necesidades del mayor número posible de ciudadanos, también suelen contar con máquinas de lectura y audición, así como con libros impresos en formatos especiales (por ejemplo con el sistema Braille) para personas que padecen problemas de visión. La financiación de estas bibliotecas procede de los poderes públicos locales.

 

Algunas de las nuevas formulas de bibliotecas infantiles son el bibliobús y las bebetecas. El bibliobús es una biblioteca móvil que se desplaza periódicamente por diferentes barrios de la ciudad, ofreciendo los servicios bibliotecarios a niños, jóvenes y adultos. Su objetivo es facilitar el acceso a la información, la cultura y el tiempo libre a todos los ciudadanos, sobre todo aquellos que por vivir en núcleos pequeños o dispersos carecen de una biblioteca estable. Las bebetecas se definen como un servicio de atención especial para la pequeña infancia (de 0 a 6 años) que incluye, además de un espacio y un fondo de libros escogidos para satisfacer las necesidades de los más pequeños y de sus padres, el préstamo de estos libros, charlas periódicas sobre su uso y sobre los cuentos, asesoramiento y una atención constante por parte de los profesionales de la biblioteca hacia los usuarios.

 

Clasificación IFLA

 

Vista panorámica de la antigua sala de lectura-British Library,Londres

 

Vista panorámica de la antigua sala de lectura-British Library,Londres

1.   División I: Bibliotecas generales de investigación

1.  Bibliotecas nacionales.

2.  Bibliotecas universitarias y otras bibliotecas generales de investigación.

3.  Bibliotecas y servicios de información para parlamentarios.

1.   División II: Bibliotecas especializadas

 

1.  Bibliotecas gubernamentales.

2.  Bibliotecas de Ciencias Sociales.

3.  Bibliotecas de Geografía y Mapas.

4.  Bibliotecas de Ciencia y Tecnología.

5.  Bibliotecas de Ciencias Biomédicas y de la Salud.

6.  Bibliotecas de Arte.

7.  Bibliotecas de Genealogía e Historia Local

1.   Division III: Bibliotecas que atienden al gran público

1.  Bibliotecas públicas.

2.  Bibliotecas para discapacitados.

3.  Bibliotecas para niños y adolescentes.

4.  Bibliotecas escolares y centros de recursos.

5.  Bibliotecas para ciegos.

6.  Servicios bibliotecarios para poblaciones multiculturales.

7.  Bibliotecas metropolitanas.

8.  Bibliotecas móviles.

Al hablar de las diferencias que se dan en el seno de la biblioteca, M. Carrión distingue entre tipo y variedad de biblioteca: “Cuando hablamos hoy de biblioteca, nos referimos a un concepto bastante compacto en sus notas constitutivas, pero también notablemente diversificado por cuanto se refiere a los fondos de las colecciones, al personal que organiza estos fondos, a las técnicas utilizadas y a los servicios que se prestan en la biblioteca. Por supuesto, la última razón de todo ello es la diversificación de usuarios”. Otras diferencias que no sean las anteriormente enunciadas suelen crear variedades bibliotecarias, pero no tipos distintos de bibliotecas. Tal sucede con la distinción entre bibliotecas de presencia y de préstamo, bibliotecas de conservación y de difusión; con las formas que equivalen a servicios bibliotecarios especiales (bibliotecas infantiles, de hospitales, de centros penitenciarios...) o a depósitos organizados de fondos especiales (cartotecas, fototecas, artotecas...)”.

 

De los distintos tipos de bibliotecas aquí enumerados, los cinco que tradicionalmente se consideran son los siguientes: bibliotecas nacionales, universitarias, públicas, especializadas y escolares. Exponemos a continuación algunas de las notas características de los diferentes tipos de bibliotecas para plasmar las diferencias que se dan dentro de la denominación única de biblioteca.

 

La biblioteca nacional ha sido definida por la ALA como: “Biblioteca designada como tal por el organismo nacional adecuado y sostenida por el Estado. Sus funciones comprenden la recopilación de toda la producción impresa en el país (frecuentemente como depositaria del Depósito Legal), la compilación y conservación de la bibliografía nacional, la recopilación y organización de publicaciones internacionales de valor para los estudiosos, la producción de medios para elaborar la bibliografía, la coordinación de una red nacional de bibliotecas, la prestación de servicios de biblioteca a la Administración del Estado o a algunos de sus organismos y otras responsabilidades establecidas oficialmente”.

Bajo esta denominación única, se esconde una realidad múltiple: en primer lugar, bibliotecas Nacionales clásicas, que Goodrum denomina de primera generación, y entre las que podemos incluir la Library of Congress, la British Library, la Bibliothèque Nationale de París o la Nacional de Madrid. Son bibliotecas fundadas antes de 1800, a partir de fondos de procedencia real o privada que han desarrollado grandes colecciones de literatura nacional mediante el privilegio del Depósito legal. Se encargan de llevar a cabo la Bibliografía Nacional y el Catálogo Colectivo, al mismo tiempo que establecen normas nacionales. Son importantes centros de investigación y actúan como centro biblioteconómico nacional. Otro grupo es el denominado bajo el término segunda generación. Tienen su origen entre el siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial. Son bibliotecas que llevan a cabo pocas funciones, la principal de las cuales consiste en reunir la historia impresa del país. Dentro de este grupo se encuentran bibliotecas como la de Canadá, Suiza, Israel, etc. Las denominadas de tercera generación tiene un origen moderno, y su creación es posterior a la Segunda Guerra Mundial. Son bibliotecas que se hallan fundamentalmente en Asia y África, aunque también hay algunas en Europa como la de Checoslovaquia, Noruega, etc. y que funcionan en muchas ocasiones como cabeceras de redes provinciales o locales.

 

Debido a los profundos cambios que ha experimentado el mundo de la información, el papel de algunas de las bibliotecas nacionales, ha ido evolucionando a la par que adquirían importantes compromisos de cooperación tanto en el ámbito nacional como internacional.

Por otra parte, la ubicación y conservación de sus cada vez más ricas colecciones, ha ido generando serios problemas. Además la gestión de las mismas ha variado substancialmente, debido sobre todo, a la incorporación de nuevas tecnologías. Todo ello, unido al arraigo cada vez mayor de la idea de que las bibliotecas, en general, y las nacionales en particular, deben estar sobre todo al servicio de los ciudadanos, ha determinado importantes reformas tanto en el marco físico, como en recursos humanos, así como en su estructura organizativa.

Las bibliotecas nacionales se enfrentan también al problema de compaginar la conservación y el uso de sus colecciones, lo cual resulta a veces difícil de llevar a cabo. Por otra parte la conservación sin uso no tiene sentido. Últimamente el problema comienza a solucionarse mediante procedimientos de microfilmación y digitalización masiva.

 

 

En cuanto a la biblioteca universitaria, ha sido definida por la ALA como aquella: “... biblioteca (o sistema de éstas) establecida, mantenida y administrada por una universidad para cubrir las necesidades de información de sus estudiantes y apoyar sus programas educativos, de investigación y demás servicios”.

Las bibliotecas universitarias surgieron en la Edad Media, al igual que las universidades y se desarrollaron, sobre todo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Experimentaron un gran impulso en las universidades americanas que impusieron un sistema de materias optativas y en las alemanas, que se orientaron hacia la investigación. Hoy día algunas bibliotecas universitarias presentan colecciones importantísimas, como la de Chicago, Oxford, París, etc.

Este desarrollo, y el encarecimiento de los documentos, frente a unos presupuestos no siempre suficientes, ha impulsado las redes de bibliotecas universitarias y los planes de adquisición cooperativa.

La multiplicación de centros universitarios ha influido directamente en el funcionamiento de las bibliotecas universitarias, ya que en muchos casos, sobre todo en la vieja Europa, hay una total descoordinación entre las distintas unidades que integran una misma biblioteca universitaria, por lo que se camina hacia una centralización, al menos administrativa, de estos centros, siguiendo el modelo estadounidense.

 

En cuanto a las bibliotecas públicas, nacen en el siglo XIX, y se desarrollan fundamentalmente en el siglo XX.

La biblioteca pública ha sido definida por la IFLA como: “Biblioteca fundada y sostenida por un órgano de la administración local -o, en algún caso, central- o por algún otro organismo autorizado para actuar en su nombre, y accesible, sin prejuicios ni discriminación alguna a cuantos deseen utilizarla”.

Nacida para atender a las clases sociales más desfavorecidas, se dirigen hoy, sobre todo, al ciudadano medio. En el desarrollo de la doctrina sobre la biblioteca pública, ha jugado un papel muy importante la Unesco. La biblioteca pública actual se plantea contribuir a la educación, cultura y ocio de los ciudadanos y llegar a todos ellos, sin distinción de edad, raza, sexo, religión, nacionalidad, idioma o condición social, tal y como establece el manifiesto de la Unesco. Es la biblioteca más universal de todas las existentes, y por tanto, la que ofrece los servicios más variados. Por ello presta servicios especiales en hospitales, prisiones, a personas discapacitadas, emigrantes, etc.

 

La biblioteca especializada es la “... Biblioteca establecida, mantenida y administrada por una firma comercial, una corporación privada, una asociación, un organismo estatal u otro grupo o entidad que tienen interés por una materia específica para atender las necesidades de información de sus miembros o personal y alcanzar los objetivos de la organización. El ámbito de las colecciones y de los servicios se limita al interés en la materia de la organización que mantiene la biblioteca”.

Su dependencia es pues variadísima: de entidades financieras, compañías de seguros, organismos de investigación, museos, etc. y por lo tanto, lo son también sus características. Sus servicios son muy especializados, y o bien han evolucionado hacia centros de documentación o están unidas a ellos.

 

Las bibliotecas escolares están destinadas a alumnos de centros docentes de nivel inferior al universitario, presentando, como en los casos anteriores, una diversidad condicionada sobre todo, por el nivel de la enseñanza del centro educativo en que se halla situada. Estas bibliotecas han sido las más tardías en su desarrollo, experimentándose éste fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, aunque en muchos países el desarrollo es mínimo todavía. Este desarrollo tardío salta a la vista cuando se les compara con las bibliotecas públicas. Por ejemplo, mientras que la primera edición del Manifiesto de la Unesco sobre la biblioteca pública data de 1949, la primera propuesta de la IFLA a la Unesco sobre un Manifiesto de la Biblioteca Escolar, es de 1978.

La situación por países es muy distinta. Por ejemplo, en Inglaterra la primera biblioteca escolar data de 1870, aunque el desarrollo se dio a partir de 1940. Generalmente en los países más desarrollados desde el punto de vista bibliotecario la creación de bibliotecas escolares está establecida por medio de disposiciones legislativas. En España sin embargo, asistimos en este momento al inicio de su desarrollo, en que la administración está tomando conciencia de su importancia para lograr unos mínimos de calidad en la docencia. Esta toma de conciencia es tan tardía que en el Real Decreto 582/1989, de 19 de mayo, por el que se aprobó el Reglamento de Bibliotecas Públicas del Estado y del Sistema Español de Bibliotecas, las bibliotecas escolares quedaron excluidas expresamente del Sistema. Esta ausencia se palió en parte posteriormente cuando algunas de las comunidades autónomas las han incluido en sus sistemas bibliotecarios.

 

En cuanto a las variedades de bibliotecas integradas por fondos especiales son numerosísimas: filmotecas, diapotecas, microtecas, fototecas, videotecas, cartotecas, etc.

 

 

 

 

BIBLIOTECAS NACIONALES

 

Definición.

Según la UNESCO, se entiende por bibliotecas nacionales aquellas que, bajo cualquier denominación, son responsables de la adquisición y conservación de ejemplares de todas las publicaciones impresas en el país y que funcionan como bibliotecas de depósito, en virtud de disposiciones legales. Normalmente pueden desempañar también algunas de las siguientes funciones:

 Elaboración de la bibliografía nacional

 Reunir una colección de obras extranjeras representativas o relacionadas con el país

 Actuar como centro nacional de información bibliográfica

 Compilar catálogos colectivos

 Publicar la bibliografía nacional retrospectiva.

 

Historia.

El origen de las bibliotecas nacionales de los diferentes países es muy variado. En los países europeos, la mayoría de ellas nacen como bibliotecas reales, que más tarde se abren al público, primero para consulta de eruditos y luego como museos del libro. En otros países nacen como organismo de apoyo a una institución -caso de la Library of Congress. Otras nacieron ya como cabeceras de sistema: tal es el caso de las bibliotecas de nueva creación en muchos países en vías de desarrollo. No falta el caso de las bibliotecas que fueron creadas en su día para satisfacer las demandas de la población establecida en las colonias y que, tras la descolonización de los países se convirtieron en bibliotecas nacionales: tal es el caso de la biblioteca nacional de Marruecos, que aún conserva el nombre de Biblioteca General que le dio Francia. También existe el caso de bibliotecas que tuvieron su origen en una biblioteca privada o en la confluencia de varias bibliotecas, como la British Library. En todo caso, el concepto de Biblioteca Nacional, tal y como lo entendemos hoy, arranca de la Revolución Francesa.

En el siglo XIX las bibliotecas nacionales estructuran su servicios y configuran su concepto, mientras que en el siglo XX quedan marcadas por dos aspectos en constante evolución: el desarrollo tecnológico y los cambios sociopolíticos y culturales. El siglo XX también se ha caracterizado por las fuertes polémicas desatadas en torno al concepto, fines y funciones que deben definir a las bibliotecas nacionales.

 

Objetivos y fines.

Los objetivos de las bibliotecas nacionales se definieron en el Simposium de Viena de 1958 y en los Seminarios de Manila.(1964), Quito (1966), Colombo (1967), Kampala (1970) y de edificios en Roma (1973). Se designan tres objetivos principales:

A) Son el archivo bibliográfico del país, y como tales están encargadas de preservar y conservar la cultura nacional.

B) Ejercen las funciones de agencia bibliográfica nacional, encargadas de desarrollar los servicios bibliográficos y bibliotecarios de un país.

C) Son las cabeceras del sistema bibliotecario nacional, responsable de la línea bibliotecaria del mismo y de establecer las relaciones con las bibliotecas de otros países.

 

Funciones.

Según el programa NATIS de la Unesco, las funciones de las bibliotecas nacionales son las siguientes:

A) Facilitar los servicios centrales mediante las siguientes operaciones:

1.-Adquisición de la totalidad de la producción nacional mediante el servicio de depósito legal y de la producción extranjera de interés nacional mediante la compra, el canje y la donación. Esta producción está formada por todas aquellas publicaciones que traten del país, que sean obra de ciudadanos del país y obras de interés general, especialmente bibliográficas, de referencia y consulta, así como de las publicaciones oficiales de otros países y de los organismos internacionales.

2.-Servicios bibliográficos encaminados a lograr el plan de Control Bibliográfico Universal. Ello se lleva a cabo por los siguientes procedimientos:

 Recogida de todas las publicaciones aparecidas en el país.

 Catalogación única.

 Elaboración y publicación de la bibliografía nacional.

 Elaboración de catálogos de sus fondos.

 Elaboración de catálogos colectivos de diversos materiales.

3.-Préstamo interbibliotecario nacional e internacional. Se desarrolla en dos planos:

 Organizar un sistema nacional de préstamo.

 Centralizar el sistema de préstamo internacional.

4.-Centro nacional de información.

 A nivel nacional: coordinación de los servicios bibliográficos, centro de investigaciones bibliográficas y centro de contacto de los organismos interesándola

 A nivel internacional: participación en los planes de cooperación internacional y coordinación de las instituciones interesadas.

5.-Extensión bibliotecaria. Es función de la biblioteca nacional la creación de actividades de extensión bibliotecaria con el fin de dar a conocer el patrimonio bibliográfico al ciudadano y de acercar a estos al libro y la lectura. Ello se lleva a cabo mediante campañas de promoción a la lectura y exposiciones fijas o temporales sobre el patrimonio bibliográfico, además de otras actividades complementarias de divulgación.

6.-Otras funciones:

 Canje internacional de publicaciones oficiales y no oficiales, de acuerdo con el programa DUP.

 Formación profesional mediante orientación teórica a las escuelas de bibliotecarios y la organización de cursos prácticos y de actualización.

B) Asumir un papel predominante entre las bibliotecas del país que formen parte del NATIS. Ello se lleva a cabo en tres vertientes diferentes:

 Elaboración de una política nacional de bibliotecas.

 Planificación y desarrollo de los servicios bibliotecarios del país.

 Colaboración con otros organismos mediante el control de los servicios y la búsqueda de soluciones a problemas concretos.

C) Participación en el programa UNISIST y otros programas de cooperación internacional con el fin de lograr que el país quede representado de forma satisfactoria y se establezca convenientemente el flujo de información en ambos sentidos.

 

Características.

Las bibliotecas nacionales tienen características propias y claramente definidas, aunque algunos aspectos de estas has sido motivo de polémica a lo largo de los años. Así, no todo el mundo está de acuerdo en el tipo de fondos que deben poseer, en las prestaciones que ofrecen, en la financiación, o incluso en la forma de organizar el depósito legal, muy diferente hoy día en las legislaciones de cada país -no es obligatorio en USA, por ejemplo, y su cumplimiento dista mucho de ser efectivo en los países en vías de desarrollo.

Sin embargo las características fundamentales de la biblioteca nacional parecen estar fuera de toda duda y son las siguientes:

 Es una biblioteca eminentemente conservadora.

 Sus servicios se orientan hacia la consulta y no hacia el préstamo.

 Es un centro de investigación bibliográfico.

 Es un organismo de amplia acción que supera a la biblioteca misma.

 Es una macrobiblioteca, aunque puede estructurarse de varias formas.

 

Estructura orgánica.

Las bibliotecas nacionales pueden estructurarse siguiendo el modelo unitario o centralizado y plural o descentralizado. El modelo unitario reúne todas las funciones y fondos en una misma biblioteca, que puede estar compuesta de uno o más edificios. Es el caso de España y lo fue de Francia antes de su reestructuración. El modelo plural se compone de varias bibliotecas que asumen diferentes funciones o se especializan en diferentes campos. La división de funciones puede estar basada en criterios geográficos, operativos, de fondos o de cualquier otra índole: es el caso de Italia, Alemania o U.K.

 

La Biblioteca Nacional Española.

Tiene su origen en la Librería Real de Felipe V, creada en 1712 y cuyos primeros estatutos datan de 1716. Fue posteriormente reformada por Carlos III y Jovellanos. Ocupó sucesivamente la Torre del Alcázar, el Convento de la Trinidad, el edificio del Almirantazgo y la casa del Marqués de Alcañices. El edificio actual es de Francisco Jareño y Ruíz Salmerón y se inauguró el 12 de octubre de 1892. En 1930 se creó el Patronato de la Biblioteca Nacional y en los años 42 y 57 se dictaron sendos decretos por la que se la dotaba de reglamento. La reorganización del Ministerio de Cultura en 1985 y los decretos de 25 de abril y de 10 de junio de 1986 marcaron su organización y estructura, y el de 19 de mayo de 1989 señaló sus funciones dentro del sistema bibliotecario español. A finales de 1991 se aprobaron sus estatutos como organismo autónomo. Actualmente, la Biblioteca Nacional está en un proceso de reforma organizativa, técnológica y espacial.

Orgánicamente, la Biblioteca Nacional está compuesta por las siguientes unidades, dependientes de la Dirección:

 Departamento de Proceso Bibliográfico.

 Departamento de Referencia.

 Centro del Patrimonio Bibliográfico.

 Hemeroteca Nacional

 Gabinete de difusión

Las funciones de cada una de estas unidades están definidas en la mencionada orden de 10 de junio de 1986.

 

La polémica de las bibliotecas nacionales.

Aunque en principio parecen estar muy claras cuáles son las funciones de una biblioteca nacional, y cuáles son las características que las definen, la realidad es que la aplicación de estas líneas generales a casos concretos ha dado lugar a una larga polémica que aún no ha terminado y en la que tienen que ver tanto las características propias de cada país como la evolución que ha sufrido el concepto bibliotecario en los últimos años. Estas polémicas alcanzan a todos los aspectos de la biblioteca, pero se centran fundamentalmente en los siguiente puntos:

 

A) Tipos de fondos.- El carácter enciclopédico de los fondos recogidos por las bibliotecas nacionales hace suponer de entrada que debe ser un centro capaz de ofrecer todo a todos, es decir, cualquier documento a cualquier usuario. Aunque esto puede responder a una idea básica de principio, la verdad es que la abundantísima producción especializada hace imposible llevarla a cabo. Ante esto se plantea el problema de qué orientación se debe dar a la biblioteca nacional, es decir, si ésta debe ser de tipo general, humanístico, sólo nacional, etc. Aunque parece que la mejor solución estriba en la creación de bibliotecas especializadas, se plantea de nuevo la cuestión de determinar el grado de centralización de las mismas, o si éstas deben terminar representando el papel de bibliotecas nacionales sucursales.

B) Política de adquisición. La política de adquisición varía de un país a otro, especialmente en lo que se refiere al material no librario, no siempre sujeto a depósito legal, y a la adquisición de publicaciones extranjeras. La biblioteca nacional se encuentra obligada a adquirir, en forma original o microfilmada todos aquellos documentos de interés para el país y que van desde manuscritos de origen nacional depositados en bibliotecas extranjeras hasta publicaciones oficiales. Esto, que en principio parece una norma bien simple, no lo es tanto cuando el país que se debe enfrentar a ello carece de recursos económicos suficientes o de infraestructura adecuada; además, la selección de las obras que deben adquirirse choca de nuevo con el problema anteriormente expuesto sobre la orientación enciclopédica o no de las bibliotecas nacionales.

C) Política de préstamos. Por otra parte, los intercambios y préstamos interbibliotecarios también se encuentran frente al dilema de hacerlo con el original o la copia, aunque parece admitida la regla de no prestar originales de obras únicas. Cuando el fondo de la biblioteca nacional sólo puede utilizarse para consulta, otro organismo debe encargarse del préstamo interbibliotecario: ahora bien, si es la biblioteca la que realiza está función, se encontrará en una excelente situación para servir de base al sistema de préstamos e intercambios nacional e internacional.

D) Depósito Legal. Las normas que rigen el Depósito Legal distan de ser las mismas en todos los paises. Así desde un control riguroso de la misma, como es el caso de Italia, se llega a su no obligatoriedad, como en USA: su legislación depende en gran medida de la concepción más o menos liberal de cada estado. Pero tal vez el problema más grave con el que se enfrenta el depósito legal es la absoluta imposibilidad de llevarlo a cabo de una forma sistemática en una gran cantidad de países del mundo, a veces, paradójicamente dotados de leyes muy severas al respecto: es el caso de la práctica totalidad de los países en vías de desarrollo, cuya producción, aunque minúscula al lado de los grandes productores de información, no es en modo alguno despreciable.

E) Estructura de la biblioteca. Este punto se enfrenta a dos aspectos del mismo: estructura orgánica y estructura funcional. Existen dos posturas, que preconizan respectivamente la centralización y la descentralización de la biblioteca. La descentralización supone la creación de secciones especializadas, bien en materias, bien en funciones. La centralización supone una subdivisión de fondos y funciones en la misma biblioteca. En cualquiera de los dos casos, la biblioteca debe ofrecer una serie de servicios centralizados, tales como catalogación, coordinación interbibliotecaria, etc.

F) Bibliografía nacional y servicios bibliográficos y de información. Existen funciones en las bibliotecas nacionales, tales como la elaboración de la bibliografía nacional, la orientación bibliográfica, la publicación de catálogos y organización de exposiciones, el canje internacional de publicaciones y la formación profesional y ayuda técnica a otras bibliotecas, que resulta muy claro que deben estar centralizadas. La polémica se centra aquí sobre si es misión de la biblioteca nacional llevar a cabo todas y cada una de estas funciones, o si, por el contrario, deben ser otros organismos autónomos o anexos a la biblioteca los que se deben ocupar de ello. En cualquier caso, la coordinación y relación entre unos y otros debe ser la característica que determine su funcionamiento, ya que su interrelación es evidente.

G) Difusión versus conservación. Es innegable la función conservadora de las bibliotecas nacionales. Sin embargo una función exclusivamente conservadora puede llevar al absurdo de convertir los fondos de la misma en inaccesibles. Por el contrario, lu difusión de los mismos con características de biblioteca pública o de préstamo, puede llevar a la desaparición y deterioro de los fondos. Este punto es materia de polémica especialmente en los paises pobremente dotados de bibliotecas, donde frecuentemente la biblioteca nacional ejerce funciones de biblioteca pública o universitaria. La escasez de bibliotecas no debe ser suplida por la biblioteca nacional, ya que sus funciones están bien determinadas y claras en ese sentido. Ahora bien, sí debe facilitar el acceso a sus fondos a los usuarios que los necesiten, especialmente cuando se trata de documentos difícilmente encontrables en otros centros.

 

 

 

BIBLIOTECAS UNIVERSITARIAS

 

Introducción.

A la misión de la universidad como conservadora y transmisora del saber se le ha unido en los últimos tiempos la de ser motor de la investigación y creadoras de servicios de extensión cultural. La evolución de las bibliotecas universitarias ha ido paralela a la de las instituciones que las acogían, pero además, se han visto afectadas por las transformaciones sufridas en el mundo bibliotecario. El hecho de que en los países europeos, y especialmente en los de la rivera mediterránea, muchas de las bibliotecas universitarias sean depositarias de fondos antiguos ha creado una realidad compleja y con una problemática de difícil solución. Las bibliotecas universitarias se debaten entre centralización y descentralización, entre especialización o enciclopedismo, entre usuarios restringidos o generales. En suma, las bibliotecas universitarias se enfrentan a un replanteamiento de su situación.

No hay que olvidar, de cualquier modo, que las bibliotecas universitarias responden a muy diversos conceptos, ya que, al estar sometidas a la organización, estructura y planificación de las universidades, y ser quizá éste el campo donde se da una mayor diversidad a nivel mundial, unas y otras responderán de forma diferente a los diferentes planteamientos. La misma distancia que separa los planes de estudios norteamericanos de los españoles separa a sus bibliotecas universitarias, con el añadido del distinto nivel económico y desarrollo propios de cada país.

Historia.

Las bibliotecas universitarias surgieron en la Baja Edad Media para cubrir las necesidades de las nacientes universidades. Las primeras en aparecer fueron la de Cambrige (1209), en Inglaterra; Padua (1222), Nápoles (1224), Arezzo (1215), Siena (1246) y Piacenza (1248) en Italia; Montpellier, Touluse (1229), Angers, Sorbonne (1257) en Francia; Palencia (1212) -trasladada a Valladolid en 1250-, Salamanca (1230), Sevilla (1254) en España; Lisboa (1290), trasladada a Coimbra en 1308. En el siglo XIV aparecen las de Florencia, Ferrara y Studium Orbis en Italia;, Avignon, Orange, Orleans, Grenoble, en Francia; Lérida (1300) y Huesca (1359) en España; Erfurt, Colonia, Heidelberg en Alemania; Praga, Cracovia, Viena, en Europa Central. Los fondos de las bibliotecas universitarias medievales estaban encaminado hacia el estudio de las culturas clásicas y del humanismo, aunque había también estudios científicos. Casi todos sus fondos estaban en latín, no sólo porque la inmensa mayoría de los libros estaban escritos en esas lenguas, sino porque hasta el Renacimiento -e incluso más tarde en algunos sectores-, el latín fue la lingua franca de intelectuales y eruditos.

En el siglo XV se fundan las de Lovaina, Poitiers, Nantes, Burdeos, Glasgow, Aberdeen, Barcelona (1450), Sigüenza (1489), Alcalá de Henares (1499) y Valencia (1500). Tras esta intensa actividad, las bibliotecas universitarias comienzan su decadencia, desplazadas por las bibliotecas renacentistas que se dirigían a otro tipo de usuarios y tenían unos intereses más amplios y acordes con el momento. Esta decadencia persistirá hasta el siglo XIX, momento en que volverán a resurgir con fuerza para afianzarse ya definitivamente en el siglo XX, apoyadas por la creciente demanda de estudios de una población cada vez con mayor nivel cultural y por las necesidades de especialización que la sociedad precisa.

 

Definición y clases de bibliotecas.

Las bibliotecas universitarias son aquellas que forman parte de una institución de enseñanza de carácter superior y cuya principal función es apoyar el programa de investigaciones y de enseñanza de la misma. Por tanto, el objetivo primordial de la biblioteca universitaria, y al que se dirigen todas sus actividades, es eminentemente educador, como lo es la propia universidad. Es una unidad funcional cuyos fondos son todos aquellos materiales bibliográficos, documentales o audiovisuales de que disponga la universidad a la que pertenece, se encuentren donde se encuentren y sean cuales sean los fines para los que fueron adquiridos.

La biblioteca universitaria podrá estar formada por una o varias unidades, atendiendo a las diferentes necesidades de la universidad que las acoja. Generalmente se estructuran de la siguiente forma:

 Biblioteca central. Cabeza del sistema bibliotecario de la universidad, suele disponer de fondos antiguos y se encarga de las adquisiciones, tratamiento centralizado de la documentación, control de los fondos, préstamo interbibliotecario, etc. También se ocupa de los materiales especiales y es centro coordinador de las actividades bibliotecarias. Guarda el depósito central de libros y documentos y, en su caso, dirige la automatización.

 Biblioteca de facultad. Se encarga sobre todo de los libros y publicaciones periódicas especializadas y proporciona información científica y técnica. Debe responder a las demandas concretas de profesores, alumnos e investigadores adscritos o relacionados con la universidad. Sus fondos son actuales y actualizados.

 Bibliotecas de departamento. En muchos casos no son más que depósitos de la biblioteca de facultad, y deben ocuparse de las investigaciones y trabajos en curso.

 Otras. Aunque pueden cederse depósitos temporales a cátedras, seminarios y otras secciones departamentales, no es conveniente que actúen como unidades independientes, ya que se tiende a la dispersión de fondos y a que algunos de ellos queden para uso exclusivo de grupos muy reducidos de usuarios.

 

Las bibliotecas de centro.

En la mayoría de la universidades existen muchas bibliotecas trabajando de forma independiente y con una coordinación entre ellas más o menos centralizadas. La tendencia actual es a la centralización de estas bibliotecas en una sola, como es el caso de universidades de nueva creación, aunque Wilson y Tauber aconsejan lo contrario. Dado que resulta imposible elegir a priori uno u otro sistema, conviene tener en cuanta las ventajas e inconvenientes de cada uno.

 Ventajas de la descentralización. Los fondos se ubican en lugares convenientes para los usuarios, amplía la base de apoyo al sistema bibliotecario, confiere a los distintos departamentos un interés directo por sus respectivas bibliotecas, fracciona las colecciones permitiendo tratamientos bibliotecarios más profundos.

 Inconvenientes de la descentralización.- Duplica inútilmente las colecciones, difieren en las políticas a seguir en cuanto horarios, personal, servicios, etc, ponen excesivo énfasis en la compra de libros sobre el mismo tema, son más caras, las fronteras de las materias son artificiales y priva a los lectores del acceso inmediato a la referencia general.

Las bibliotecas universitarias norteamericanas optaron por una centralización administrativa, financiera y técnica y una descentralización de los fondos y servicios. Ello presupone, por otra parte, una estrecha colaboración con las tareas bibliotecarias, mediante el establecimiento de sistemas cooperativos.

 

Objetivos y funciones.

La misión de la biblioteca universitaria va íntimamente ligada a las de la universidad. Es decir, sus objetivos principales son la investigación (creación del saber), la enseñanza (difusión del saber) y la sistematización (organización armónica del saber). Sus objetivos específicos, es decir, los que trata de alcanzar en cuanto a biblioteca son los siguientes:

 Constituir un fondo bibliográfico en el que aparezcan de forma adecuada y armónica las ciencias y técnicas en general, la cultura, el arte y cada materia en particular.

 Tratar adecuadamente los fondos disponibles.

 Ayudar a los estudiantes por medio de la consulta y el diálogo.

 Organizar y desarrollar los medios y servicios que faciliten y estimulen al estudio, la lectura, la investigación en todos sus niveles y como forma de docencia y la formación y el perfeccionamiento de los profesores.

Todo ello debe responder a un programa universitario bibliotecario que comprenda la política de adquisición y conservación de fondos, el sistema de contratación de personal, el espacio de que dispone y su estructuración, la integración de la biblioteca en la vida política y administrativa de la universidad, la organización bibliográfica, el apoyo financiero y la seguridad de la biblioteca.

 

Bases fundamentales.

En 1968, la UNESCO encomendó a Whiter el estudio de las bases fundamentales para la organización y funcionamiento de las bibliotecas universitarias, informe que vio la luz bajo el nombre de Normas para los servicios bibliotecarios: un estudio internacional (1974), donde clasificaba las instituciones universitarias existentes en el mundo. En 1983, la UNESCO volvió a publicar sus Recomendaciones para las bibliotecas universitarias, líneas que fueron seguidas por el Congreso de la IFLA en 1984 en Nairobi (1984), cuyas conclusiones fueron a su vez aprobadas por el Congreso de Chicago del año siguiente con el nombre de Standars for University Libraries. En ellas se establecía que para que las bibliotecas universitarias puedan cumplir satisfactoriamente sus objetivos, es necesario el establecimiento de los siguientes puntos:

a) Objetivos y funciones de la biblioteca en relación con el organismo al que sirve.

b) Centralización y servicios bibliotecarios.

c) Reconocimiento jurídico y laboral del personal bibliotecario.

d) Reglamentación de los aspectos financieros.

e) Reglamentación de una comisión consultiva de bibliotecas.

f) Disposición de actividades cooperativas.

Para que estos aspectos puedan desarrollarse convenientemente, la biblioteca debe estar integrada administrativa y jurídicamente de la estructura de la universidad y ser reconocida como parte fundamental de la docencia; se establecerá un organismo encargado de la planificación, administración, control, mantenimiento y utilización de la biblioteca; el director de la biblioteca formará parte del organismo de gobierno de la universidad; y la dirección de la biblioteca contará con una comisión consultiva.

 

Fondos y actividades.

Muchas bibliotecas universitarias, como se dijo anteriormente, poseen fondos antiguos muy valiosos, pero todas deben mantener una colección viva y activa de los fondos, con el fin de satisfacer las necesidades de cada materia del plan de estudios y de cada investigación que se desarrolle en la universidad. Abarcará también otras materias importantes no comprendidas en el plan de estudio y debe contener numerosas bibliografías. Es importante que cuente con una sección que recoja los trabajos elaborados en la propia universidad y en otras universidades -tesis, tesinas, proyectos fin de carrera, estudios parciales, etc.

Los fondos de la biblioteca universitaria prestarán especial atención a las publicaciones periódicas, las cuales contienen la información más actualizada de la investigación científica y técnica, y las obras de referencias, fundamentales en cualquier campo de la investigación y la enseñanza. Pero el problema más grave que se les plantea a las bibliotecas universitarias en la actualidad es el crecimiento desmedido de los fondos, ya que, aunque los expurgos sean frecuentes, nunca alcanza la totalidad de las nuevas adquisiciones, con lo cual pueden verse enfrentadas al problema de la gestión de numerosos fondos muertos. Para ello es necesario un control estricto de los mismos y la existencia de una biblioteca de depósito que se encargue de la custodia de los fondos menos utilizados.

En general, se estima que la correcta distribución de los fondos debe encaminarse a cubrir los siguientes aspectos: consulta y referencia; libros de texto; obras de formación universitaria; documentos de investigación; publicaciones periódicas; medios audiovisuales; literatura gris.

 

Actividades cooperativas.

Si para cualquier biblioteca es válido el principio de que no puede valerse por sus propios medios, aún lo es más para las universitarias. Por ello se imponen las actividades cooperativas, en las cuales, estas bibliotecas han sido auténticas pioneras.

Los planes cooperativos pueden encaminarse a cubrir uno o varios campos de la vida bibliotecaria: adquisiciones, catalogación, préstamos, reprografía, etc. Entre los planes cooperativos de adquisición se debe citar el plan de bibliotecas universitarias y no universitarias alemanas, que se reparten la adquisición de fondos atendiendo a distintas materias. El Plan Farmington (USA, 1948), se encargaba de la microfilmación cooperativa de las bibliotecas universitarias; el Shared Cataloguing Program de la L.C. se ocupa de unificar en un catálogo todas las adquisiciones locales de las bibliotecas norteamericanas, con lo cual puede establecerse un sistema de préstamo interbibliotecario que ahorre la compra de grandes cantidades de material; el programa SCONUL hace lo propio con las publicaciones periódicas adquiridas por las bibliotecas universitarias británicas -desde la puesta en marcha del programa es la Lending Division quien se encarga de la adquisiciones que luego pone a disposición de las bibliotecas-; la OCLC de Ohio Collegue (1963-71) es pionera en el campo de la catalogación compartida; el programa SCANDIA (1956) se ocupa de las adquisiciones de las bibliotecas universitarias de los países nórdicos; UTLAS se encarga de la automatización de las bibliotecas universitarias canadienses, etc.

 

Difusión de la información.

La biblioteca universitaria, teniendo en cuenta sus especiales características, debe considerar la obligación de que sus fondos sean conocidos, utilizados y difundidos al máximo, logrando que sus usuarios consigan el documento que necesitan. Para ello cuentan con la ventaja de conocer de antemano a sus usuarios potenciales, que serán los alumnos, profesores y personal de las universidad y los investigadores que recurran a ella para la realización de sus trabajos, lo cual le permitirá una planificación muy aproximada a lo que será la realidad y le debe obligar a llevar un seguimiento detallado de sus resultados. Para ello, además de los habituales servicios de préstamo y consulta en sala, las bibliotecas universitarias deben contar con los siguientes servicios:

 Referencia. Desempeña un papel fundamental. Se dirige a la orientación del usuario y debe estar constituido, además de por las obras básicas y especializadas de referencia, por colecciones de bibliografías, resúmenes analíticos, traducciones, catálogos colectivos, etc. El servicio de referencia puede canalizar los pedidos a otras bibliotecas, servicios de traducciones y otras funciones análogas.

 Documentación e información bibliográfica. En algunos casos puede considerarse como una extensión del servicio de referencia. El servicio de documentación tiene como finalidad, tanto la búsqueda de la documentación pertinente en cada caso, como la elaboración de documentación propia: boletines de resúmenes, novedades, etc. Debido a la gran cantidad de documentación y referencias que estos servicios deben manejar, es conveniente que se encuentren automatizados.

 Reprografía. Toda biblioteca universitaria debe contar con un eficiente servicio de reprografía, tanto destinado a copias de seguridad de los fondos, como a facilitar documentos a sus usuarios y a los intercambios interbibliotecarios. Sin embargo este servicio debe ser especialmente cuidadoso en no caer en la reprografía ilegal, que tanto daño causa en las universidades a la edición científica.

 Estadística y evaluación. Las actividades de la biblioteca deben ser controladas de cerca y conocer el grado de satisfacción de sus usuarios, lo cual le permitirá la corrección de errores y las mejoras del servicio. Ello se llevará acabo mediante cuestionarios, encuestas, etc, y el contacto directo con profesores, estudiantes e investigadores.

 

Otros aspectos de las bibliotecas universitarias.

Edificio.- Las normas para edificios -seguridad, accesibilidad, distribución, etc- son aplicables en líneas generales a las bibliotecas universitarias. Por tanto, deben estar situadas en un lugar céntrico de la universidad, fácilmente accesible y con medidas de protección adecuadas. Pero además, se debe tener en cuenta las necesidades particulares de los estudiantes, por lo que se le dará más amplitud a los espacio de acceso directo y lectura en sala, y se crearán espacios adecuados para el aislamiento cuando este sea necesario (carrels). También deben considerarse las secciones de reprografía y material audiovisual, que necesitarán la instalación de los aparatos correspondientes en salas especiales.

 

Personal.

El personal bibliotecario estará compuesto de:

 directivos, encargados de la planificación, gestión, política de selección y adquisiciones, evaluación de los resultados, coordinación del personal y representación de la biblioteca.

 auxiliares, encargados de la catalogación, clasificación, indización, mantenimiento de catálogos, actividades de difusión, etc.

 administrativos, cuyas tareas serán las burocráticas, contables, correspondencia, etc.

 subalternos, encargados de la colocación de los libros, seguridad, reprografía tejuelado, etc.

La forma de contratación de los mismos varía de unas universidades a otras y en todo caso deben considerarse personal universitario. Pero además, con el fin de que la biblioteca se encuentre lo más ligada posible a la actividad docente, contará con comisiones asesoras formadas por profesores y alumnos de las diferentes facultades.

 

Gobierno.

Al ser un organismo dependiente de la universidad, el presupuesto de una dependerá del de la otra. Así, se estima en un 5% del total del presupuesto de la universidad lo que debe ir destinado, como mínimo, al mantenimiento de la biblioteca. El gobierno de la misma estará formado por los siguientes organismos:

 Comité General de Bibliotecas. Se encarga de aprobar el presupuesto, determinar la política de selección y adquisición, coordinación bibliotecaria, planificación, elaboración de la memoria anual, etc. La preside el Rector.

 Comités de bibliotecas de centro. Estudia los problemas relacionados con las bibliotecas de facultad y sus relaciones con la Central. La preside el Decano de cada facultad.

 Dirección. Formada por el Director, el subdirector y el secretario de la unidad central Tiene tareas ejecutivas.

 Junta Técnica. Formada por los directores de las bibliotecas de centro, tiene funciones de asesoramiento de los demás organismos.

 

Las bibliotecas universitarias en España.

En España no existe un planteamiento reglamentario y de política bibliotecaria universitaria como lo hay en otros países, situación propiciada por el carácter de organismos autónomos que tiene las universidades españolas.

La mayoría de las bibliotecas universitarias españolas tienen su origen en el depósito de fondos creado por la desamortización de Mendizábal, se estructuraron según el sistema centralizado napoleónico y tuvieron la doble misión de bibliotecas provinciales y universitarias, aunque algunas de las más antiguas siguieron conservando el carácter que les imprimieron sus fundadores. Durante muchos años mantuvieron un espíritu de erudición estática y al llegar el siglo XX se encontraban muy alejadas de las necesidades reales de la población estudiantil. Ya en 1921, al planearse la autonomía universitaria, se aprobaron distintos estatutos universitarios que afectaban a las bibliotecas, pero cuando verdaderamente la legislación se ocupó de ellas fue con el Decreto de 1932, que las ponía al nivel de los países más avanzados y las estructuraba en centrales y de departamentos. Sin embargo, la legislación de 1943 supuso un notable retroceso, relegando a segundo término la figura del bibliotecario y dejando todas las responsabilidades en manos del personal académico, línea que sigue la de 1970 y 71. La L.R.U. sólo toca de pasada a las bibliotecas universitarias españolas, que quedan sometidas a los estatutos de cada universidad.

 

Bibliotecas universitarias en el mundo.

Las bibliotecas universitarias de los países desarrollados tienen un peso considerable en los sistemas bibliotecarios respectivos y han tenido un enorme aumento de fondos y actividades, Una de las características más notables, además de su trabajo en pro de la cooperación interbibliotecaria, es su tendencia a la automatización de servicios, aspecto que las favorece por su especial estructura.

Entre las bibliotecas universitarias más famosas, todas ellas millonarias en fondos pueden mencionarse la de Londres, Manchester y Edimburgo en U.K.; La Sorbona y Estrasburgo en Francia; Tokio, Kioto y Sapporo en Japón; Humboldt, Berlín, Leipzig, Heildeberg, Gotinga, Colonia, Hamburgo y Francfort en Alemania; Chicago, Yale, Harvard, Columbia, Michigan, California (Los Angeles, Berkeley y Satdford), Illinois, Minesotta y otras más en USA.

 

 

 

 

BIBLIOTECAS ESCOLARES

 

Introducción.

Las bibliotecas escolares son aquellas al servicio de instituciones docentes no universitarias, es decir, las que se encuentran integradas en los centro de E.G.B., Institutos de Enseñanza Media, Centros de Formación Profesional y similares. Son instrumentos fundamentales de educación e instrucción y pretenden convertirse en el corazón de la escuela cuando la enseñanza es activa e individualizada.

Las bibliotecas escolares son un logro del siglo XX. De todos modos, aunque ya nadie duda de su importancia y del papel fundamental que desempeñan en la educación, la realidad es que en la mayoría de los países están escasamente implantadas. Sólo son una realidad en los países anglosajones -donde existen incluso asociaciones de bibliotecarios escolares que publican sus propios boletines y revistas-, escandinavos, Japón, Holanda y algunos pocos más. Francia e Italia se incorporaron recientemente a este grupo, eso sí, aportando experiencias metodológicas de gran interés.

 

 

Bibliotecas escolares y bibliotecas infantiles.

Se entiende, pues, por biblioteca escolar aquella que pretende servir de instrumento a los profesores para impartir sus enseñanzas, y los alumnos para ayudarles en las tareas propias de su nivel de aprendizaje. No deben confundirse con las bibliotecas infantiles, generalmente integradas en bibliotecas públicas, que se orientan hacia el aprovechamiento del ocio, guiando en la elección de libros o fomentando el hábito lector, aunque en estos últimos aspectos coinciden sus intereses, ya que ambas pretenden la educación permanente del niño. Pero mientras las infantiles son sólo un auxiliar de esta función, las escolares deben ser verdaderos instrumentos educativos. También se diferencian unas y otras por su organización y funcionamiento. La biblioteca escolar debe tener entidad propia y es una biblioteca al servicio del centro del que depende, con funciones y características definidas por las funciones y características de aquel, aparte de las que le son peculiares en cuanto a biblioteca. Por el contrario, la biblioteca infantil es un servicio de la biblioteca pública y no debe estar aislada de aquella.

De todo ello se desprende que la biblioteca escolar es una biblioteca para niños y jóvenes, pero su misión va más allá de las de las bibliotecas infantiles, pues pretende algo más que crear hábitos de lectura y encauzar el ocio de los pequeños, aunque estas dos funciones sean ya de por sí de gran importancia y de hecho se encuentren también encuadradas entre las metas a alcanzar por la biblioteca escolar. En realidad, las funciones de una y otra se entremezclan con frecuencia, debido tanto a la coincidencia de intereses mencionada, como al hecho de que la carencia de unas deba a menudo ser suplida por las otras.

 

Objetivos de las bibliotecas escolares.

Los objetivos generales de las bibliotecas escolares son tan amplios como los mismos objetivos de la educación y más en un mundo como el nuestro donde los conocimientos se transmiten a través de la escritura y los soportes audiovisuales. Los principales objetivos, pues pueden establecerse de la siguiente manera:

 Introducir a los alumnos en las técnicas de la investigación, es decir, iniciarles en el aprendizaje autónomo, en el descubrimiento de la realidad que los rodea y en el uso de las técnicas que hacen posible este conocimiento.

 Servir de instrumento de enseñanza para todas las disciplinas que se imparten en la escuela, ofreciendo a profesores y alumnos todo el material necesario para la preparación y desarrollo de las clases y de las actividades que estas llevan anejas.

 Coordinar los medios materiales didácticos y de información que existan en el centro, que al estar centralizados y controlados permitan el mayor rendimiento con el menor dispendio económico.

 Creación de hábitos de lectura y capacidad lectora, esto es, familiarizar al niño con el libro y enseñarle a interpretarlo, analizarlo y criticarlo. Ello llevará al desarrollo de criterios lectores propios, lo cual ayuda a su vez al perfeccionamiento de la personalidad.

 Guiar en la elección de libros y demás materiales que constituyen el fondo de la biblioteca, e introducir al niño en el mundo de las bibliotecas mediante el conocimiento de sus instrumentos: manejo de ficheros, consulta de obras de referencia, iniciación en los sistemas de clasificación, etc.

 Programar y realizar actividades colectivas propias de las bibliotecas infantiles, con la intención de atraer al niño a la biblioteca y de llevar la biblioteca al niño: la hora del cuento, concursos de poesía, exposiciones de libros, etc.

 

Fondos.

De las funciones asignadas a la biblioteca escolar se desprende que los fondos deben ser de dos tipos: fondos dirigidos a los alumnos y fondos dirigidos a los profesores; aunque a veces los interés de ambos pueden ser convergente -como ocurre con las obras de referencia-, la mayoría de los casos se trata de obras bien diferenciadas.

 Fondos para el profesorado. Los fondos dirigidos al profesor deben estar relacionados con sus tareas docentes, alejándose de la tentación de adquirir obras de interés personal o ajeno a la enseñanza. Si bien es cierto que los documentos para uso del profesorado deberán reducirse al mínimo imprescindible, ya que la biblioteca escolar no es una biblioteca especializada, también es cierto que, por la dispersión de muchos centros y el alejamiento de las grandes ciudades, así como por la escasez de este tipo de bibliotecas en España, muchas veces es la única biblioteca de consulta con que cuenta el profesor. Estarán compuestos por los siguientes tipos de documentos:

 Consulta y referencia. Toda biblioteca escolar debe estar bien dotada de este tipo de documentos, que será útil para su uso por alumnos y profesores. Constará de diccionarios, enciclopedias, atlas, mapas, directorios, obras de consulta, etc.

 Obras profesionales. Libros de pedagogía, didáctica, psicología, metodología y organización escolar.

 Publicaciones periódicas. Las publicaciones periódicas profesionales mantienen a los docentes informados de todo cuanto se realiza e investiga en el mundo en el ámbito de su profesión. Son por tanto importantísimas para mantener actualizados a los profesores. El MEC envía gratuitamente a las escuelas uno o dos ejemplares de su publicación semanal Comunidad Escolar. Además, son interesantes publicaciones tales como Escuela Española, Cuadernos de Pedagogía, El Magisterio Español y otras muchas.

 Publicaciones oficiales. Además del BOE, de gran utilidad en los centros públicos, interesa estar suscrito al Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma a la que se pertenece y al Boletín Oficial del MEC. Las demás publicaciones oficiales del Ministerio se envían con sólo pedirlas al Servicio de Publicaciones, la mayoría de ellas a título gratuito.

 Fondos para los alumnos. Son fundamentalmente los siguientes:

 Obras de referencia. Es indispensable la existencia, cuando menos, de un diccionario enciclopédico, Diccionario de la Lengua Española y de las extranjeras que se enseñen en el centro, así como algún diccionario biográfico, y de sinónimos y antónimos. También sería útil reunir alguna publicación bibliográfica que puede servir de guía y orientación a alumnos y profesores y para la selección de obras de la biblioteca.

 Libros de estudio. Puesto que cada alumno no puede disponer de un juego de libros cuyo contenido se adapte exactamente a todas y cada una de las exigencias del currículum escolar, es conveniente la existencia en el centro de una muestra de los distintos libros de textos publicados por diferentes editoriales, con el fin de poder completar las enseñanzas y comparar el tratamiento dado a los diferentes temas. Ello también es muy útil para el profesorado.

 Libros formativos en general. Por la misma razón resulta indispensable la existencia de un grupo de obras seleccionadas de divulgación científica y formativas en general, que permitan la realización de actividades complementarias de la enseñanza, especialmente en el Ciclo Superior de EGB y en la Enseñanza Media.

 Libros recreativos. La biblioteca escolar debe procurase una amplia sección de libros recreativos que inciten a la lectura voluntaria. No pueden faltar en este tipo de bibliotecas si se quieren hacer agradables a los alumnos. Esta selección irá formada por cuentos y libros infantiles, obras literarias adecuadas a la edad de los alumnos, libros de viajes y aventuras y libros elementales de iniciación a la lectura en las lenguas extranjeras que se enseñen en el centro. Deberá contar además con una buena selección de cómics y tebeos, ya que la lectura gráfica y visual es importantísima en el mundo actual, y estos libros suelen ser un buen reclamo para los más perezosos.

 Publicaciones periódicas. Además de publicaciones periódicas infantiles, el Colegio debe estar suscrito al menos a un diario de ámbito regional o nacional, lo cual no sólo es un instrumento valiosísimo en la enseñanza de ciertas materias -como Lenguaje o Sociales-, sino que además inicia al alumno en el hábito de la lectura de prensa.

 Material sonoro. La biblioteca tendrá un fondo discográfico propio y adecuado a las necesidades de los escolares y para sus propias sesiones de audiciones musicales. Los discos y cintas magnetofónicas, además de temas musicales abarcarán otros campos: literario, documentos históricos, lenguas extranjeras, etc.

 Material fílmico. Del mismo modo, la biblioteca puede ser promotora de proyecciones cinematográficas o de vistas fijas comentadas, bien de tipo cultural o recreativo, y será depositaria del material audiovisual (diapositivas, vídeos, proyectores, etc.).

 Material confeccionado por el propio centro. La biblioteca escolar debe contar con una sección que guarde ejemplares del periódico o periódicos escolares elaborados por los alumnos, así como de aquellos trabajos escolares que por sus especiales circunstancias deban ser guardados -informes, fotografías, etc.

 Otros fondos. Es conveniente además, que en la biblioteca del centro exista una pequeña selección de libros para uso del bibliotecario, compuesto por algunos manuales de biblioteconomía y libros sobre organización de bibliotecas infantiles y escolares. Existen además algunas publicaciones que ayudarán en las tareas bibliotecarias de esta índole, como son Educación y Bibliotecas y CLIJ (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil).

Organización de la biblioteca escolar.

 Selección de los fondos. A la hora de seleccionar los fondos que formarán parte de una biblioteca escolar se han de tener presente tres aspectos:

A) Exigencias generales. Además de tener en cuenta la calidad mínima exigible, tanto en cuanto a presentación física como en cuanto a contenido, se debe considerar también a quienes van dirigidos los libros, con lo cual se aplicarán criterios de estética, de adaptación a la edad y de actualidad.

B) Medios para la selección. Compuesto básicamente por catálogos de librerías y editoriales especializados, catálogos de casas comerciales para el material audiovisual, catálogos del MEC y revistas especializadas como las mencionadas anteriormente, que ayudan mucho en la selección por publicar bibliografías periódicas de las últimas novedades en el mercado del libro infantil y formativo.

C) Presupuesto. Aunque dentro de los presupuestos del centro, las bibliotecas suelen tener un capítulo destinado a ellas bajo el epígrafe de "Equipamiento y bibliotecas", lo cual les da una cierta autonomía. En cambio, rara vez pueden salirse de ese presupuesto, por lo demás, bastante exiguo.

 Adquisición. La adquisición de los fondos es un problema que depende de la estructura y organización interna de cada centro, por lo cual no se pueden dar normas generales. Es aconsejable no adquirir más que las obras seleccionadas de antemano, y rechazar las donaciones y regalos que a veces hacen particulares y empresas: generalmente es una forma de librarse de unos fondos sin salida comercial y aportarán la biblioteca escolar un peso muerto caro de mantener, sin utilidad y que a menudo hará que la identifiquen con algo desagradable y ajeno.

 Tratamiento de los fondos. Es tarea previa a la puesta en funcionamiento de la biblioteca. Como en toda biblioteca, consta de sellado, registro, catalogación y clasificación, pero debe tenerse muy en cuenta el tipo de usuarios que los utilizarán a la hora de proceder al tratamiento técnico de los fondos. Conviene que los catálogos y la clasificación sean poco complejos, con el fin de facilitar su manejo a los niños. Utilizar símbolos gráficos en la clasificación suele ser un trabajo más lento para el bibliotecario, pero da excelentes resultados entre los usuarios. Una buena práctica en el tratamiento de los fondos consiste en implicar a los alumnos en la tarea, aunque siempre de una forma voluntaria. Es una manera de iniciarse en las técnicas bibliotecarias y ayuda a considerar la biblioteca como algo propio.

 Ordenación de los fondos. Teniendo en cuenta el carácter de "escuela de técnicas bibliotecarias" que se mencionan como uno de los objetivos de la biblioteca escolar, es deseable que la biblioteca sea de libre acceso y que por tanto los alumnos puedan y deban buscar en los ficheros la obra que desean y luego cogerla ellos mismos de los estantes. Para ello, y teniendo presente la naturaleza de los fondos de la biblioteca escolar, estos deberán colocarse en los estantes por algún procedimiento no sistemático -número currens, títulos, autores., etc.- los que se refieren a material de tipo recreativo -cómics, novelas, etc.- y siguiendo un criterio sistemático las obras de referencia y consulta, libros formativos, de texto, etc. Los grabados y el material sonoro y visual no serán de libre acceso para los niños.

 Estructura. Todos los materiales bibliográficos y audiovisuales existentes en el Centro constituyen los fondos de la biblioteca escolar. Por tanto no se puede hablar de varias bibliotecas de centro. Sin embargo, las circunstancias pueden hacer aconsejable la creación de depósitos que tendrán la función de bibliotecas de aula o de departamento, pero siempre que se tenga en cuenta que no son bibliotecas propiamente dichas y que los depósitos sean temporales. En la medida de lo posible se debe acostumbrar al niño a acudir a la biblioteca, donde, por lo demás, dispondrá de más medios.

 

Servicios y actividades.

Vistos los objetivos que se propone la biblioteca escolar, los fondos con que debe contar y la manera de organizarlos, los servicios que puede ofrecer son los siguientes:

 Servicio de lectura en sala. Es un servicio elemental que se presta a profesores y alumnos para realizar los trabajos escolares propios, especialmente aquellos de investigación que se propongan a los escolares y los de extensión bibliotecaria, así como los de lectura voluntaria.

 Servicios específicos. La biblioteca escolar debe preocuparse de la preparación de fuentes bibliográficas, confección de guías de lectura, y orientación personal. Esto exige el conocimiento previo del bibliotecario de los programas que se desarrollan en el centro, la adaptación de los fondos a esas necesidades y la colaboración entre bibliotecario y profesorado.

 Orientación bibliotecaria y lectora. Por grupos reducidos, los alumnos pueden recibir periódicamente en la biblioteca explicaciones sobre su funcionamiento, enseñándoles a manejar los ficheros, a buscar en las estanterías, a volver a colocar los documentos sin alterar su orden, etc. Dentro de estas sesiones se pueden hacer ejercicios de lectura comprensiva y expresiva, teatro leído, etc., es decir, ejercicios que contribuyan a perfeccionar la lectura y a crear un hábito lector. Este servicio exige una estrecha colaboración entre el bibliotecario y los demás profesores, para establecer los horarios, los niveles, y los temas más adecuados para cada tipo de alumnos.

 Préstamo. Aunque se ha debatido mucho sobre la conveniencia o no de ofrecer este servicio, está claro que el hábito de lectura no se crea sólo a horas fijas y determinadas, sino que es conveniente que, si el niño lo desea, pueda llevarse a casa el, libro que está leyendo. Estarán exentos de préstamo los libros de consulta y referencia y para el control de los demás se establecerá un fichero de préstamo.

 La hora del cuento. Es uno de los servicios más interesantes que puede ofrecer la biblioteca escolar. Va dirigido especialmente a los alumnos de los cursos inferiores y consiste en narrar un cuento o una historia que satisfaga sus intereses y les lleve a descubrir que en la biblioteca hay otras historias como esa y a las que pueden llegar ellos mismos.

 Proyecciones y audiciones. También con una periodicidad determinada, la biblioteca puede organizar sesiones de proyecciones o audiciones musicales de tipo educativo o recreativo. Ambas serán actividades de gran grupo y se procurará que los alumnos no sean meros asistentes pasivos sino que se les incitará a que participen mediante el comentario posterior.

 Otras actividades. La biblioteca puede organizar actividades de extensión cultural, como exposiciones de libros, lecturas comentadas de prensa, etc.

 

Otros aspectos de la biblioteca.

La biblioteca debe estar situado en el centro de la escuela, en un local amplio y agradable, aunque es conveniente que no excesivamente soleado. Contará con mobiliario adecuado a los niños, mesas y sillas adecuadas para su edad o sus edades -en un centro de EGB hay niños de edades comprendidas entre los tres y los dieciséis años-, estanterías que puedan alcanzar con facilidad y ficheros a su medida, y es muy útil la colocación de moquetas y almohadones en un rincón para los más pequeños. Igualmente debe contar con el equipo necesario para el trabajo bibliotecario -ficheros, máquina de escribir, fotocopiadora, etc,- y los aparatos necesarios para audiciones y proyecciones. Si el personal no pertenece al profesorado del centro, deberá estar muy integrado en él, y conocer a la perfección los programas educativos y las necesidades infantiles.

 

Las bibliotecas escolares en España.

Los primeros precedentes se encuentran en la Ley de Instrucción de Ruiz Zorrilla (1869), que creaba bibliotecas populares dependientes de las escuelas, aunque no eran bibliotecas escolares. En 1912, con la creación de las bibliotecas populares de Madrid se acuerda la creación de una biblioteca circulante con destino a las escuelas, y en 1931 se ordena la creación de bibliotecas en todas las escuelas nacionales, respaldadas por la acción de las Misiones Pedagógicas. En 1938, se ordena la enseñanza y prácticas bibliotecarias en los centros de enseñanza primaria y media, que no se llegó a cumplir.

No hay más actividad hasta 1954, cuando se crea el Servicio de Lectura Escolar en los centros, dependiente del Servicio Nacional de la Lectura. Al año siguiente se crea la Biblioteca de Iniciación Cultural, cuya finalidad era la de aportar libros a los centros de enseñanza. En 1960, el Instituto Veritas de Madrid crea una biblioteca como acción experimental de las bibliotecas de aula y dos años después la Comisión de Lectura Infantil y Juvenil del INLE solicita la creación de una red de bibliotecas escolares. En 1966 el II Congreso Nacional de Bibliotecas recomienda la creación de bibliotecas escolares, pero en 1969 se suprime el cargo de bibliotecario escolar de los INEM.

En 1971 el Colegio Estudio establece obligatoriamente las tareas de colaboración en la organización de la biblioteca del centro. En 1980 se inician las campañas de fomento de la lectura infantil, unido a cursillos del MEC para profesores. En 1982, el III Simposium nacional de Literatura infantil pide que se cumpla lo legislado en materia de bibliotecas escolares. En 1986 se terminan los cursillos para profesores del MEC y comienza el Proyecto Hipatía en Canarias. En 1989, el MEC convoca en I Seminario de Bibliotecas escolares y el MC convoca el I Seminario Hispano Británico sobre bibliotecas escolares, que pone de manifiesto los graves problemas de las bibliotecas escolares en España. El mismo año se presenta la Asociación Escuela y Bibliotecas y se pone en marcha en Madrid el Plan de Bibliotecas de Aulas. En 1991 se crean 1.880 bibliotecas de aula en la Comunidad de Madrid.

Pero a pesar de tal actividad y tantas legislaciones, las bibliotecas escolares en España son prácticamente inexistentes. De las 600 que se reconocen, la mayoría no son sino una colección de libros de escaso uso y sin organizar. Por otra parte, carecen de un presupuesto adecuado y arrastran el problema de la falta de personal a tiempo completo, con lo cual no pueden permanecer abiertas más que unas cuantas horas al día y coincidiendo con las horas lectivas. La escasez de bibliotecas escolares se deja sentir en las bibliotecas públicas que deben actuar como tales.

Actualmente el único texto jurídico que hace mención a las bibliotecas escolares es la Ley de Educación de 1971, y tanto la LODE como la LOGSE ignoran a la biblioteca escolar, cuando no reducen sus dimensiones y funciones, como en el caso de la última ley, a pesar de que insiste en el carácter activo y multidisciplinar de la educación.

A pesar de ello hay que mencionar una multitud de iniciativas, unas particulares o privadas, como las llevadas a cabo por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en Salamanca o la Rosa Sensat en Cataluña; otras oficiales, como las llevada a cabo por las Comunidades Autónomas: campañas de animación a la lectura de la Conselleria Galega o el Seminario Permanente de literatura infantil y juvenil de la C.A. de Andalucía. De cualquier modo, aunque el futuro no se divisa muy alentador, cabe esperar un cambio inmediato; de lo contrario, difícilmente se podrán hacer realidad los ambiciosos planes de la Reforma Educativa.

 

 

 

BIBLIOTECAS PÚBLICAS

 

Introducción.

La biblioteca pública, tal como la entendemos hoy es el resultado de un largo proceso evolutivo tras el que se llega a la fundamentación doctrinal y la realización práctica de una de las instituciones sociales más características de nuestra sociedad: una colección de libros y de otros medios de comunicación del conocimiento social que, debidamente organizada, se pone al servicio de una comunidad con los medios técnicos y personales adecuados. Es el resultado de la tendencia natural de lo escrito a difundirse y de la cultura a sustentarse sobre la comunicación. Pero una biblioteca abierta no es, sin más, una biblioteca pública: lo es cuando nace la conciencia de que todo el cuerpo social tiene necesidad de participar en el conocimiento, es decir, cuando está abierta a quienes puedan utilizarla y éstos son el conjunto de la sociedad.

 

Evolución.

Tradicionalmente, las bibliotecas eran reductos reservados a los sabios y eruditos de la sociedad, quienes tenían como misión su conservación. Hasta el siglo XVII no comienza una tímida apertura de las bibliotecas a capas sociales más amplias, aunque aún enormemente restringidas; es en el siglo XVIII cuando esta apertura comienza a generalizarse, influida por el espíritu de la Ilustración. En España responden a esa tendencias las disposiciones de Carlos III estableciendo la apertura de las bibliotecas de los obispos fallecidos, aunque fuera a través de los Seminarios; pero el informe de Campomanes pone de manifiesto la inexistencia de este tipo de bibliotecas. Ya en el siglo XIX aparece el Reglamento de la Biblioteca Nacional de Cortes, de Bartolomé José Gallardo, que establecía un plan nacional de bibliotecas, aunque su finalidad estribaba en reunir las bibliotecas que la guerra había dispersado; la Ley de Moyano intenta salvar de la destrucción los fondos que la desamortización había puesto en la calle. Sin embargo, las necesidades de la población, con grandes masas de analfabetos, no se encontraban en la línea de las medidas legisladoras. Más próximas a estas necesidades estuvieron las bibliotecas abiertas en los centros de enseñanza primaria por la Ley de Ruiz Zorrilla: se abría una corriente bibliotecaria que se mantendría en las Misiones Pedagógicas de la II República y en la Comisaría de Extensión Cultural del MEN en los años cincuenta y sesenta, dirigidas esencialmente a la alfabetización de la población, esto es, a la creación de la demanda.

En efecto, cuando esta demanda existe termina por buscar sus propias soluciones y los organismos para gestionarlas. Es el caso de las bibliotecas públicas nacidas "desde abajo", como son la social library americana, la suscription library inglesa y los gabinetes de lecturas franceses y españoles. Pero la verdadera biblioteca pública no aparece hasta que no pasa a formar parte de la conciencia política, lo cual ocurre a mediados del siglo XIX en USA y UK. En el resto de Europa las bibliotecas públicas tardarán aún algún tiempo en llegar. Lo más aproximado a un movimiento de bibliotecas públicas que haya existido en España en el primer cuarto de siglo es la creación en 1912 de las bibliotecas populares de Madrid, experimento que se iría extendiendo a las cabezas de distrito universitario. Pero la llegada efectiva de este tipo de bibliotecas no tendría lugar hasta 1915 con el movimiento bibliotecario catalán encabezado por Rubió y d'Ors. Un acercamiento definitivo al concepto de biblioteca pública fue la creación de la Junta de Intercambio y Adquisición de publicaciones en 1931, tendencia seguida por el decreto de Ordenamiento de Archivos y Bibliotecas en 1947 y el Servicio Nacional de Lectura en 1952, cuya orientación se mantuvo hasta 1977. Pero no se creó una demanda social de bibliotecas, debido en parte, a las escasa aficiones de la población, y en parte por el débil presupuesto en fondos y personal destinada a cubrirla.

Mientras tanto, la UNESCO sitúa las bibliotecas públicas en el centro de su interés, mediante el Manifiesto de la UNESCO sobre la biblioteca pública (1949) y las Conferencias de Sao Paulo (1951), y Seminarios de Ibadan (1954) y Nueva Delhi (1956), sobre el movimiento bibliotecario en América, Africa y Asia respectivamente. En 1961 se encarga la divulgación doctrinal al libro de André Maurois La biblioteca pública y su misión, lo que culminaría con la celebración del Año Internacional de Libro en 1972 y la reunión en Budapest, Reading in a changing wolrd, del mismo año. Finalmente cabe destacar la colaboración UNESCO-IFLA-ISO que dio como resultado dos documentos de suma importancia: Estadísticas internacionales sobre bibliotecas (1968) y Normas para bibliotecas públicas (1975). Pero mientras tanto, la biblioteca pública se había adelantado a sí misma, en virtud de dos fenómenos: de un lado, el enorme peso que se le había obligado a soportar se había hecho imposible sin el apoyo de estructuras bibliotecarias más amplias; por otro, la "biblioteca total" había llegado a ser irrealizable. Así, unas bibliotecas que habían nacido siendo para pocos, volvían otra vez a ser para pocos. Sencillamente incapaz de servir para todo, la biblioteca pública había visto nacer toda una serie de distintas bibliotecas.

 

Definición y características.

Toda colección organizada de libros y publicaciones periódicas impresas o de otra clase de documentos, sobre todo gráfico y audiovisuales, así como los servicios del personal encargado de facilitar el uso de estos documentos por los usuarios con fines de información, de investigación, de educación o de recreo.

La biblioteca pública está gratuitamente al servicio de una comunidad, especialmente regional o local, para atender al público en general o a ciertas categorías del mismo. Sus características fundamentales son:

 Creada en virtud de textos legales

 Financiadas por fondos públicos -no se deben confundir con bibliotecas privadas de uso público.

 Abierta a todos los miembros de una comunidad para que la utilicen libremente y en igualdad de condiciones.

 Debe transmitir la información de cualquier forma como esté expresada

 Ha de poseer fondos sobre todo tipo de asunto (generales) y en las lenguas de la comunidad a la que pertenece.

 Debe estar situada en un lugar céntrico y accesible y abierta a horas convenientes para los usuarios.

 Debe tener los locales necesarios para actividades de extensión cultural.

 Deberá tener sucursales en las zonas rurales y suburbanas.

 Debe contar con una plantilla suficiente de personal capacitado.

 Ha de estar al servicio activo de la comunidad.

 

Tipología de las bibliotecas y servicios públicos.

Existen cuatro grupos de servicios de bibliotecas públicas, que atienden a las siguientes definiciones:

*Unidad administrativa: unidad de servicio de bibliotecas públicas que es independiente en cuanto a que tiene autonomía de gobierno, administra sus propios recursos económicos y contrata su propio personal.

*Sistema de bibliotecas públicas: grupo de bibliotecas públicas y servicios que constituyen una unidad administrativa independiente o que comprende cierto número de estas unidades que actúan juntas en virtud de un convenio.

*Punto de servicio: parte de una unidad administrativa o de un sistema bibliotecario desde la que se presta directamente un servicio.

*Servicio de biblioteca pública: se refiere a la función, pero no al área de acción ni de control administrativo.

 

Normativa para las bibliotecas públicas.

El concepto mismo de biblioteca pública, destinada al servicio de una comunidad, sea esta la que sea, y dependiente de la Administración, cualquiera que fuese su estructura, hacen imposible el establecimiento de unas normas de aplicación universal. La IFLA, que publicó en 1973 sus Normas para bibliotecas públicas, tuvo que rendirse a la evidencia cuando años más tarde publicó su revisión bajo el nombre de Pautas...La aplicación de unas normas básicas en el funcionamiento de ciertos servicios (catalogación, clasificación, etc.) no están reñidas con la adaptación de otras que se quedan así en simples recomendaciones. En cualquier caso, no se debe perder de vista cual es la función de la biblioteca pública a la hora de tomar las medidas necesarias para su funcionamiento. Básicamente se tienen en cuenta las siguientes recomendaciones:

 

Fondo bibliográfico.

En las unidades menores dispondrá de 3 volúmenes por habitantes, cantidad que irá disminuyendo a medida que aumente el número de habitantes de la localidad: un mínimo eficaz partirá de la base de 9.000 volúmenes para una población de 3.000 habitantes. La tercera parte de los fondos será para niños. Se considera exenta de préstamo la sección de referencia y consulta, que debe tener un mínimo de 100 títulos; en comunidades mayores alcanzará al 10% del total. Los aumentos anuales serán al menos 250 por cada 1.000 habitantes. La dotación básica de publicaciones periódicas será de 50 y al menos 10 por cada 1.000 habitantes en las poblaciones mayores.

 

Fondo no bibliográfico.

La IFLA recomienda la existencia de abundante material gráfico y audiovisual, así como de los aparatos necesarios para su visionado, aunque no es posible recomendar niveles de dotación. Por regla general se considera adecuado para una población de 20.000 habitantes una colección mínima de 2.000 discos o cintas magnetofónicas y un incremento anual de 300.

 

Grupos especiales.

Deben existir fondos y espacios reservados a los niños, así como reservas de los mismos para entregar en depósito en escuelas y guarderías. Se crearán igualmente fondos de préstamo para atender a los usuarios impedidos de acceder personalmente a la biblioteca. También deben existir fondos para las minorías étnicas: a cualquier grupo de más de 500 extranjeros se le reconocerá la necesidad de un servicio de biblioteca pública en su lengua y la colección mínima contará con 500 volúmenes con un incremento anual de 1 para cada 25 personas. Por cada 500 personas existirá al menos una publicación periódica en su lengua materna.

 

Personal.

Constituido por bibliotecarios profesionales, administrativos y auxiliares. En las unidades más pequeñas se necesitará un bibliotecario y un auxiliar; en unidades mayores, un bibliotecario por cada 2.500 habitantes. Para cada grupo de población de 10.000 habitantes habrá un bibliotecario especialista en bibliotecas infantiles.

 

Edificios.

Se debe prever en cada edificio zona de préstamo y lectura para niños y adultos. El solar deberá permitir futuras ampliaciones y la máxima flexibilidad en la distribución de espacios. El edificio contará con las siguientes zonas:

 Zona de préstamo y lectura para adultos. Del total de fondos propuestos por habitante, al menos 1/3 debe estar destinado al préstamo. Debe existir zona de libre acceso, cuyos fondos no bajarán de 4.000 para una población de 3.000 habitantes. Se deben tener en cuenta cuatro tipos de espacios:

 Zona de libre acceso (fondos en estanterías).

 Mostradores de información y espacio para los consultantes.

 Zona de consulta en sala y estudio.

 Zona de lectura y consulta de publicaciones periódicas.

 Material y aparatos audiovisuales. Se seguirán las normas para la conservación y mantenimiento del material audiovisual; para su utilización deben estar previstas salas especiales.

 Servicios bibliotecarios para niños. Aunque normalmente se podrán atender estos servicios en una sola zona especial, se exigirá que se desarrollen cuatro actividades:

 Servicios de préstamo, que incluyen espacio para libros, otros materiales y expositores.

 Espacio de estudio y lectura en sala

 Espacio para audiciones y visionados individuales

 Espacio para actividades de extensión cultural y fomento de la lectura.

 Espacio para exposiciones. Las bibliotecas públicas dispondrán de espacio destinado a exposiciones no sólo de libros, sino también de otros materiales.

 Depósito de libros. En el caso de depósitos cerrados hay que calcular 5,5 m2 para cada 1.000 volúmenes, capacidad que se puede duplicar con estanterías compactas.

 Zonas de trabajo y oficinas del personal. Comprenden las funciones de oficinas, talleres y almacenes.

 Otras zonas. Zonas de circulación, comunes, de servicios, etc.

 

Actividades de extensión cultural.

Una de las características fundamentales de las bibliotecas públicas estriba en la organización de actividades de extensión cultural, destinadas, tanto a atraer al usuario a la biblioteca como a llevar la biblioteca al usuario. Estas actividades serán de tipo general o dirigidas a sectores específicos de la población, y pueden realizarse tanto en solitario como -lo que es más conveniente-, en colaboración con otras instituciones públicas o privadas. Son las campañas de lectura, exposiciones, coloquios, proyecciones comentadas, etc. También es muy interesante la publicación de un boletín de información en el cual se comuniquen las actividades de la biblioteca, servicios que presta, novedades recibidas, etc. y los buzones de sugerencias y comunicación de usuarios.

 

Redes y servicios de apoyo.

La IFLA en sus Pautas para bibliotecas públicas recomienda la creación de redes de bibliotecas y servicios de apoyo con el fin de poder prestar a sus usuarios servicios más amplios, así como para repartirse los costes de personal y fondos. Las redes se establecerán siguiendo un plan cuidadosamente establecido de antemano y suponen cooperación y coordinación entre un grupo de bibliotecas que mantendrán por otra parte su propia autonomía. Estos servicios y redes pueden enmarcarse en otros de ámbito superior para formar así redes locales, regionales o nacionales.

 

 

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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