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LITERATURA DEL S.XVII EN ITALIA

 

Giambattista Marini

Vincenzo da Filicaja

Galileo Galilei

Salvator Rosa

 

Autorretrato de Salvator Rosa, 1640. «Entre el silencio y la palabra, el silencio es mejor», dice la inscripción; National Gallery de Londres.

Salvator Rosa

 

Desde aproximadamente 1559 comienza un periodo de decadencia en la literatura italiana. Bajo la dominación española, los escritores vieron limitadas sus actividades. Tommaso Campanella fue torturado por la Inquisición y Giordano Bruno fue quemado en la hoguera. Cesare Balbo dijo que si la felicidad de las masas consiste en la paz sin esfuerzo, si la nobleza consiste en tener el título sin el poder, si los príncipes están satisfechos en la aquiescencia de su ley sin verdadera independencia, sin soberanía, si literatos y artistas se contentan con escribir, pintar y construir con el aplauso de sus contemporáneos, pero sin la aprobación de la posteridad, si una nación entera es feliz en el bienestar sin dignidad y con el tranquilo ascenso de la corrupción, entonces no ha habido periodo más feliz para Italia que los 140 años que van desde el Tratado de Cateau-Cambresis hasta la Guerra de Sucesión Española. Este periodo es conocido en la historia de la literatura italiana como el Secentismo. Sus escritores recurrieron a la exageración, intentando producir el efecto de lo que en arte se conoce como manierismo o barroquismo, rivalizando unos con otros en el uso de metáforas, afectaciones, hipérboles y otras rarezas, eliminando toda sustancia del pensamiento.

A la cabeza de la escuela secentista estaba Giambattista Marini, de Nápoles, nacido en 1569, conocido principalmente por su largo poema Adone. Utilizaba las más extravagantes metáforas, las más forzadas antítesis y los conceptos más rebuscados. Encadenaba antítesis juntas una tras otra, rellenando estancias sin pausa. Alessandro Achillini, de Bolonia, siguió los pasos de Marini, pero de manera incluso más extravagante. Casi todos los poetas del siglo XVII estuvieron más o menos afectados por el “marinismo”. Alessandro Guidi, aunque sin llegar a las exageraciones de su maestro, es rimbombante y pesado, mientras que Fulvio Testi es artificial y afectado. Tanto Guidi como Testi sintieron la influencia de otro poeta, Gabriello Chiabera, nacido en Savona en 1552. Enamorado de los griegos, ideó nuevos metros, especialmente en imitación de Píndaro, tratando en ellos de religión, moral, historia y temas amorosos. Chiabera, aunque elegante en las formas, intenta disimular la falta de sustancia con ornamentos poéticos de todo tipo. A pesar de ello, la escuela de Chiabera representa una mejora, mostrando en ocasiones aptitudes líricas desperdiciadas por su entorno literario.

Vincenzo da Filicaja, florentino, mostró talento lírico, particularmente en sus canciones a la Viena asediada por los turcos, que le elevaron sobre los vicios de su tiempo; pero incluso en él se aprecia claramente el artificio retórico y el concepto vacío. En general, toda la poesía del siglo XVII presenta los mismo defectos pero en diversos grados, pudiendo éstos resumirse en ausencia de sentimiento y exageración de las formas.

 


Busto de Vincenzo da Filicaja en el Palazzo Filicaja de Florencia.

Surgió entonces la creencia en que sería necesario cambiar la forma para recuperar la literatura, instituyéndose en 1690 la Academia de la Arcadia. Sus fundadores fueron Giovanni Maria Crescimbeni y Gian Vincenzo Gravina. La Arcadia se denominó así su principal intención fue imitar la simplicidad de los antiguos pastores que se suponía habían vivido en la Arcadia en la época dorada. Como los secentistas erraron en su desmesurado deseo de novedad, así los arcadianos propusieron el retorno a los campos de la verdad, cantando siempre temáticas de pastoril simplicidad. Esto no conllevó sino la mera sustitución de un viejo artificio por otro nuevo, cayendo desde lo rimbombante a lo afeminado, de lo hiperbólico a lo mezquino, de la pesadez al excesivo refinamiento.

Portada de la primera edición de la Secchia Rapita del Tassoni, impresa en Ronciglione(Lazio en 1624

Portada de la primera edición de la Secchia Rapita del Tassoni, impresa en Ronciglione(Lazio en 1624

La Arcadia fue una reacción al secentismo, pero una reacción que sólo tuvo éxito en empobrecer y marchitar aún más la literatura italiana. Los poemas de la Arcadia llenan varios volúmenes, y están hechos en sonetos, madrigales, canzonette y versos blancos. El más distinguido entre los entre los que cultivaban el soneto fue Felipe Zappi, entre los autores de canciones el más ilustre fue Paolo Rolli, mientras que Innocenzo Frugoni fue el más famoso de todos, hombre de imaginación fructífera pero de escaso intelecto.

Mientras que las condiciones políticas y sociales en la Italia del siglo XVII parecían evidenciar que todo destello de inteligencia había desaparecido, algunos pensadores fuertes e independientes, como Bernardino Telesio, Lucilio Vanini, Bruno y Campanella llevaron el pensamiento filosófico por derroteros originales, preparando el camino a las conquistas de Galileo Galilei, el gran contemporáneo de René Descartes en Francia y de Francis Bacon en Inglaterra. Galileo no fue sólo un gran hombre de ciencia, sino que también ocupó un conspicuo lugar en la historia de las letras. Devoto estudiante de Ludovico Ariosto, parece incorporar a su prosa las cualidades del gran poeta: una libertad expresiva clara y franca, precisa y fácil, pero al mismo tiempo elegante. La prosa de Galileo es la perfecta antítesis de la poesía de su tiempo y es considerada por muchos como la mejor prosa que jamás ha tenido Italia.


Galileo por Leoni

Otro síntoma de reactivación, un signo de rebelión contra la vileza de la vida social italiana, se nos ofrece en la sátira, particularmente la de Salvator Rosa y Alessandro Tassoni. El primero, nacido en 1615 cerca de Nápoles, fue pintor, músico y poeta. Como poeta se dolía de la vil condición de su país, y dio rienda suelta a sus sentimientos en lo que otro escritor satírico, Giuseppe Giusti, llamó generosi rabbuffi. Fue un precursor de la literatura patriótica, que inaugura la revitalización del siglo XVIII. Por su parte, Tassoni, un hombre verdaderamente excepcional en su tiempo, fue superior a Rosa. En medio de la neblina servil de la época mostró su juicio independiente, y su Secchia Rapita le probaron como escritor eminente. Éste es un poema heroico y cómico, que es al mismo tiempo épica y sátira personal. Fue lo suficientemente audaz para atacar a los españoles en sus Filípicas, en las cuales urgía al duque Carlo Emanuele de Savoya a persistir en la guerra contra ellos.

 

 

 

     

    Actualizado el 25/11/2009          Eres el visitante número                ¡En serio! Eres el número         

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